martes, 19 de febrero de 2008

VAMOS AL FRENTE

Como facilitadores tenemos que ir al lugar donde se encuentren las personas que vamos a capacitar. Un lugar especial para ir y que se convierte en un reto es la sierra, si!!!.... la cordillera de los andes…majestuosa con sus montañas y cerros de diferentes tamaños y características propias.
Esta era la primera vez que haría un taller en la sierra. Recibí las indicaciones que la partida se iniciaría al siguiente día a partir de las 6 am, a donde iríamos no llegaba el carro y eran 2 horas de camino. Bueno yo estaba acostumbrada a los caminos de costa, y caminar 2, 3 o más horas, no me parecía novedad, porque lo había practicado a diario.
Me acompañarían dos personas para conocer el camino a donde siempre iría a realizar la capacitación. Empezó la partida. Un acompañante me índico señalando con el dedo - vamos al caserío que esta al frente. Este caserío se divisaba en otra montaña.
Llevaba una mochila con los materiales para el taller (papelotes, plumones, folletos, fólderes, etc), más una botella de agua para el camino. Bajamos por un camino angosto, por medio de las chacras de café, de naranjas, de plátanos. El camino era empinado (en pendiente) por partes y tendido (sin pendiente) por otras partes. Caminamos aproximadamente una hora y media a ritmo medio, hasta que llegamos a donde había un río inmenso caudaloso. Nos sentamos a descansar. Cruzamos el puente y uno de los acompañantes dice: ahora nos toca subir la cuesta. Eso era escalar el cerro - al final de este cerro se encuentra el caserío que vimos arriba, antes de la partida.
Nunca en mi vida había subido o escalado un cerro, conforme caminaba, los acompañantes me dejaban, ellos eran expertos en subir estas montañas, yo no podía avanzar al ritmo de ellos. Avanzaba despacio, pero de pronto sentí mareos, ya no podía más, me senté, tomaba agua, y avanzaba poco a poco. Cada momento preguntaba: cuánto falta? – falta poco…esta respuesta me consoló durante 3 horas.
Hasta que al fin llegamos, las personas me esperaban impacientes, se suponía que llegaríamos a las 8 am, llegamos aproximadamente a las 10 am, explique el incidente, en ese instante las señoras cocinaron huevos de gallina y plátanos sancochados para reponerme. Después del reparador desayuno brinde la capacitación. El regreso lo hice montada en una mula que me llevó hasta el lugar de partida.
Volví a este caserío muchas veces más, cada vez era mas fácil subir y bajar la cuesta. Finalmente llegue a batir record con una hora y media en llegar a este caserío. Comprendí que para las personas que vivían ahí les llenaba de satisfacción que alguien con mucha alegría llegará a capacitarlos para que mejoren sus actividades productivas, sin ver impedimento de la lejanía que estaban ubicados. Una amiga me proponía para hacer una caminaton con profesores, enfermeras, etc que trabajaban en este pueblo. Actualmente ya existe una trocha carrozable, que todo el pueblo celebró con mucha alegría, ver llegar el carro hacia ellos.